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  • Foto del escritorOscar Calderón

Tres párrafos para un salón de arte Au Plein Air


Dibujo de Oscar F. Calderón, Daje Nuio Düaide (la boa que sangra) 2018


I


Los siete artistas invitados a exponer en este I SALÓN DE ARTE JOVEN RICARDO BORRERO: Taty Viviana Uribe, Oscar F. Calderón, Joserth Sánchez, Adrián Rodríguez, Jaime Sánchez, Alexander Losada y Cristian Huaca. Quienes por sus dibujos, pinturas y fotografías nos expresan un deseo imperante por manifestar aquellas situaciones, palabras o pensamientos que no es posible manifestarlos de manera diferente que a través de la plástica. Huaca se apropia del lenguaje de los símbolos para revelarnos una verdad tan suya como nuestra, por tanto universal; mientras que Joserth y Jaime Sánchez son amantes del color, los contrastes y la luz, de ahí que éstas queden impregnadas de un particular encanto; Losada evocando tiempos idílicos se preocupa por la preservación de la memoria y sus significados; al igual que Calderón intentan configurar por las imágenes una nueva visión emancipadora del territorio; a Rodríguez ninguna o todas las preocupaciones le interpelan, no buscando respuestas ni salidas, simplemente es fiel a sí mismo y a su insinuante trazo; Uribe desvela eso de lo que todos estamos hechos pero no nos atrevemos a revelar libremente: impulsos, pasiones, pulsiones; una verdad que no pocos hombres revelan al aire libre.


II


El color amarillo fue aquel que concienzudamente elegí para representar este primer salón; color de la prosperidad, la riqueza, la plenitud. Sin proponerlo elegí el color que mejor representa lo luminoso; las ventanas de la Casa esta vez vestidas de amarillo, hacia el meridiano bañaban en esa lux aeterna misteriosa y profana, los tres espacios de exposición: el Hall, el Estudio y el Pasillo; hacia medio día la casa ahora dorada, brillaba por la luz propia que de las obras de arte allí expuestas emanaban, y cuán pocos fueron capaces de percibir aquel encantador encuentro entre la luz, una casa y el arte. Fue entonces cuando el salón me pareció un hermoso paisaje luminoso; recordé a aquellos naturalistas que pintaran au plein air (al aire libre) los artistas de Barbizon de la Francia de principios de siglo XIX; bucólicos pintores que una vez en medio del basto paisaje y enajenados por esa grata impresión que la luz proyectaba en sus lienzos, dieron forma a la pintura de paisaje. Género pictórico por el que alcanzaría gran fama y admiración el maestro colombiano Ricardo Borrero, de quien toma el nombre este salón de jóvenes artistas, por ser el maestro hijo de El Gigante Huila, lugar donde se organiza este primer encuentro artístico. Cada artista invitado plasmó en sus obras la impresión de su propia experiencia de vida, la fuerza que brotaba del caminar diario por esos territorios de lucha cotidiana, y que una vez inicialmente para este salón llamé de “territorios compartidos” para darle un orden, un sentido y un significado a la muestra; todos en constante lucha por permanecer vigentes, activos, despiertos; cada nueva obra es una respuesta de esperanza a todo eso que tenemos y queremos ardientemente celebrar con nuestra obra. Compartimos esa fatiga diaria que en ocasiones se cansa de creer y de esperar; ahora sí, y luego de esta irreflexiva acción, cada obra de arte expuesta en el salón, trasluce por sí misma un discurso luminoso, que abre los ojos de la pasión y el pensamiento.  


III


Hoy es el octavo y último día del salón, y tendría tantas cosas que mencionar sobre esta primera experiencia que un párrafo sería insuficiente. Porque los inconvenientes y dificultades que presentaban eran crecientes y enormes mientras pasaban los días previos al evento; la idea original era realizar una exposición individual con mi obra reciente y en retrospectiva, pero finalmente y contando con el entusiasmo de algunos amigos decidí, abrir el espacio a otros artistas dando forma a este experimental encuentro de artes visuales llamado SALÓN DE ARTE JOVEN RICARDO BORRERO; si yo hubiera imaginado lo mucho que me costaría organizar esto, no me hubiese atrevido llevarlo a acabo. Creí en manos amigas que se interesaron en el proyecto, pero que como generalmente ocurre por estas tierras, el compromiso, la lealtad y el esfuerzo son cualidades muy difíciles de encontrar. Aun así y como pueden darse cuenta el salón se realizó – debo confesar no como lo soñaba – me faltaron esas manos amigas y eso por poco hizo que esto se fuera abajo; es imposible trabajar con pasión cuando la moral ha sido tan duramente golpeada. Sabía que tenía un compromiso con un grupo artistas, también con mi verdad y  mi palabra y eso no tenía discusión. Mañana, tarde y noche organizando la logística, pintando paredes, diseñando estrategias, limpiando pisos e imprimiendo invitaciones. Hacia las siete pasadas de la noche del día sábado 12 de octubre, abría las puertas de una casa revestida de luz, mientras miraba hacia la incertidumbre que toda esta experiencia traería consigo.


Oscar Fernando Calderón

Mediador artístico


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